Los métodos de Noroña: ¿una reedición del PRI de 2017?
Desde hace años el PRI trazó el camino que repitió Fernandez Noroña: sumar “cachirules” para tratar de apoderarse de la Mesa Directiva. “Maniobra” similar a una que implementó el Tricolor para bloquear a Morena hace tres años.
EMEEQUIS.– Con apenas un comentario, Andrés Manuel López Obrador desactivó la intención del petista Gerardo Fernández Noroña de convertirse en presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.
Noroña acusó al presidente de haber cometido un error y, tras la elección de la priísta Dulce María Sauri como presidenta de la Cámara baja, declaró que había sido una “elección de Estado”.
“Le tengo mucho aprecio y respeto a los legisladores del Partido del Trabajo (PT). Ese partido me apoyó durante muchos años, pero también, como les tengo respeto, saben cómo pienso y saben que tenemos que actuar con rectitud y no caer en la tentación de los cargos, no deben de importarnos los cargos, sino el encargo”, respondió López Obrador, en la mañanera del 3 de septiembre.
Y es que lo que no quería el presidente es que Morena y sus aliados terminaran de afianzar la imagen que han proyectado recientemente: que “son más de lo mismo” y que sus acciones “son más PRI que el mismo PRI”.
Por eso, cuentan cercanos, puso un manotazo sutil en la mesa para guiar a su séquito hacia la decisión que él veía viable: dejar que el PRI, como tercera fuerza política, asumiera lo que le correspondía, como lo marca el reglamento de la Cámara.
SEGUIR LOS PASOS DEL TRICOLOR
Los diputados “cachirules” no son un fenómeno nuevo. Es una actividad histórica el que legisladores de un bando se pasen a otro –negociaciones ocultas por detrás– para que un grupo político obtenga un cargo o mayor fuerza con su bancada. Una vieja práctica que puso en operación el PRI y luego sus detractores.
El uso de “cachirules” más reciente –previo a lo hecho por Noroña, que sumando a miembros de Morena, PES e independientes, quiso arrebatarle la Presidencia al PRI– fue en 2017.
El primer encontronazo fue en 2015, cuando el PRD, PAN y el mismo Morena señalaron al PRI por haber postulado lo que llamaron “diputados cachirules”. Legisladores priístas que se presentaron como si fueran miembros del histórico aliado, el PVEM, para lograr que el Revolucionario Institucional quedara “sobrerrepresentado” en la Cámara Baja. Con un total de 203 diputados de mayoría relativa y plurinominales de ambos partidos, el PRI alcanzaba mayoría.
Horacio Duarte, quien era representante de Morena, planteó que se trataba de un “artilugio de simulación electoral”.
OCHO DEL PRI SE PASARON AL VERDE
Dicen que hay que mirar el pasado para no cometer los mismos errores, aunque hay quien mira el pasado para copiarlos. Dos años después, en 2017, ocurrió lo mismo que este 2020, sólo que con colores variados.
En ese entonces, el PRI transfirió ocho diputados a la bancada del Verde Ecologista, para convertirlo en la cuarta fuerza política y así impedir que Morena pudiera tener acceso a la vicepresidencia de la Mesa Directiva de la Cámara baja.
El entonces coordinador del PVEM, Jesús Sesma, informó por medio de una carta a la panista Guadalupe Murguía que ocho priístas se sumaban a su bancada, así logró pasar de 40 a 48 integrantes y le robó el derecho a Morena, que tenía 46 integrantes, de reclamar la vicepresidencia de la Mesa, un cargo que preveían para Ernestina Godoy, la actual procuradora de Justicia capitalina.
“El PVEM y el PRI no permitirán una parálisis legislativa, y si tenemos que invitar a más grupos parlamentarios para que no suceda, así lo vamos a hacer”, amedrentó Sesma.
La justificación era que, aunque Morena hubiera tenido más legisladores, el Verde nunca había dejado de ser la cuarta fuerza política, por eso habían optado por este movimiento.
Quizá Noroña inspiró su maniobra de sumar “chapulines”, incluyendo dos experredistas anti-amlistas –Mauricio Toledo y Héctor Serrano–, en las viejas prácticas priístas, quizá sólo se parecieron a los viejos pasos del dinosaurio que juró destruir. Pero si miró o no al pasado cercano, la única certeza es que este año tampoco es el suyo y, contrario a sus sueños más profundos, no va a presidir la Cámara de Diputados.
Era grande la expectativa en Movimiento Ciudadano con el ingreso de Ivonne Ortega a una diputación, pero en Yucatán parece revertirse la tendencia de crecimiento que este partido tiene a nivel nacional. La exgobernadora no ha sabido explotar su puesto políticamente.
Ante una generación que odia la banca tradicional, porque no le gusta hacer filas ni recibir llamadas telefónicas, la misión es ofrecerle todos los servicios en su celular.
12 / 16 / 19
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