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Los pantallazos tóxicos del caso Ayotzinapa

Los mensajes de WhatsApp, que desde el principio eran dudosos, por inverosímiles, se empiezan a volver tóxicos y pueden comprometer tramos de las averiguaciones que sí están sustentados con pruebas diversas. Alejandro Encinas ha pecado de ingenuo

Por Emequis
10 / 28 / 22

 CONFIDENTE EMEEQUIS

EMEEQUIS. Los últimos dos meses han sido tremendos para Alejandro Encinas. Desde que presentó su informe sobre lo ocurrido alrededor del caso Ayotzinapa, las piezas del rompecabezas se han salido de su lugar y van generando muchas dudas. 

Es el riesgo que implica el dar a conocer un Informe que, por necesidad, tenía que ser sometido al escrutinio público, al rigor del trabajo periodístico, pero también a la sucesión de intereses diversos.

Es algo similar a lo que le ocurrió al propio Jesús Murillo Karam, entonces procurador de la República, quien también tuvo que batallar con elementos que, fuera de su contexto, parecían descalificar el conjunto y las líneas centrales de la indagatoria, cuando no era necesariamente así. 

Para Encinas, un dolor de cabeza mayor son los mensajes de WhatsApp, los pantallazos que desde el principio eran dudosos, por inverosímiles, pero que se empiezan a volver tóxicos y que pueden comprometer tramos de las averiguaciones que sí están sustentados con pruebas diversas. 

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Es un aspecto que se salió de control. El subsecretario de Gobernación confió en un testigo protegido de la peor ralea, como es El Gil, quien además es uno de los líderes de los Guerreros Unidos, y permitió que le nublaran el criterio las intrigas del ex fiscal Omar Gómez Trejo, más ocupado de buscar venganza, que de procurar justicia. 

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El diario The New York Times publicó una amplia nota en donde se señala que el propio Encinas les dijo que buena parte de las capturas de pantalla que causaron revuelo y que en teoría indicarían un relato distinto al que conocemos, son falsas o no acreditadas. Se señala, de igual forma, que una parte, más que relevante, del acervo de capturas de pantalla, porque no se tienen los aparatos telefónicos, fueron entregados por una misma fuente. 

Encinas salió al paso de lo publicado, pero no para desmentirlo, sino para refutar argumentado que no se entendió la complejidad de los esfuerzos que se han realizado y para señalar que su trabajo consistió en el análisis de 154 eventos y que es justamente con el acopio de elementos, de modo, motivo, lugar, participantes y destino como se va armando todo el rompecabezas.  

El asunto es que, en el universo de eventos, 99 tienen coincidencias con otros elementos y 33 de ellos con las capturas de WhatsApp. En 55 de los casos no hay coincidencia alguna. 

Sería interesante conocer cuáles son las piezas que sustentan, por ejemplo, la detención de un general del Ejército, y si en realidad los elementos van más allá de los mensajes que a decir del GIEI pueden ser falsos. 

Pero quizá el escollo de mayor dificultad es la guerra que se desató dentro del propio gobierno. El presidente López Obrador reiteró, la mañana del jueves, que desde la propia FGR se trató de descarrilar la indagatoria, al consignar a un número mayor de militares que los que estaban contenidos en los documentos presentados por el propio Encinas y al filtrar información, de la que, por cierto, ya hay una denuncia específica en la Unidad Especializada en Investigación de Delitos Cometidos por Servidores Públicos y contra la Administración de Justicia. 

Pero lo increíble es que el alegato del titular del Ejecutivo, no esté acompañado de datos más concretos, de nombres de los fiscales que estarían detrás de lo que sí sería un complot contra el propio gobierno. A estas alturas ya deberían tener claridad de quiénes son los que pretendieron o pretenden que las cosas se descarrilen. 

El subsecretario de Gobernación, con toda su experiencia, ha pecado de ingenuo. Inclusive fue grabado, probablemente por el propio Tomás Zerón en la larga conversación que tuvieron en Israel. 

Ahí Encinas le ofreció un criterio de oportunidad a cambio de información que pudiera esclarecer el caso, pero el ex director de la Agencia de Investigación Criminal no quiso y rechazó el ofrecimiento de estipular el acuerdo con documentos judiciales. 

Esto es muy relevante, porque indica que el policía encargado de las primeras indagatorias, tiene confianza en que no será extraditado a México y ello puede deberse a cuenta con elementos de defensa específicos. Esto es, los dos principales acusados, si incluimos a Jesús Murillo Karam, insisten en su inocencia y no sería extraño que los jueces, en su momento, coincidan con ellos. 

 @jandradej

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