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La impunidad en casos de abusos de aerolíneas y aeropuertos

“Señorita, fui la última en bajar y deben estar haciendo la limpieza”. De nada sirven reclamos de cosas de valor olvidadas en aviones de aerolíneas como Viva Aerobus. Ni siquiera ofrecen ayuda. “Dela por perdida porque el avión debe abordar y despegar”. #CuáleslaHistoriaAlMomento

8 / 31 / 22

¿CUÁL ES LA HISTORIA?

EMEEQUIS.– Hace unas horas aterricé en la Ciudad de México, tras de un viaje por temas personales, en el vuelo de 1323 de Viva Aerobus. Dado que viajo con mi mascota en cabina, el marco normativo de la aerolínea exige que solo puedo sentarme en ventanilla y, al momento de hacer el check in, el único asiento disponible así era el 38-A, es decir, el último, pegado a los baños. 

Recuerdo que al abordar un sobrecargo me preguntó “¿qué asiento tiene?”, “en el gallinero, hasta el 38”, le contesté, “pase al gallinero”, me dijo en tono de broma, gesto que me pareció amable para la conocida robotización de este tipo de trabajadores.

Llevaba conmigo un bolso pequeño, de esos que se cruzan del lazo; lo coloqué entre el asiento y la ventanilla,  y me dispuse a trabajar durante el vuelo. 

Al aterrizar, respiré de paciencia ya que, evidentemente, sería la última en bajar del avión. Cuando esto sucedió finalmente, dejé la aeronave, caminé hacia la salida cuando, de pronto, me di cuenta que el bolso no estaba. Para ser sincera, no me preocupé: era evidente que lo recuperaría porque no había nadie después de mí y deberían estar haciendo la limpieza en ese momento. Regresé al mostrador de Viva Aerobus para el reclamo, a lo que una mujer me contestó que no era responsabilidad de la aerolínea lo que quedara en el avión. “Señorita, fui la última en bajar y deben estar haciendo la limpieza”. Tomó un celular y después de hacer una llamada me contestó que efectivamente estaban realizando la sanitización de la aeronave, pero que no tenían reporte de nada.

Entonces se me ocurrió revisar la app Encontrar que localiza dispositivos asociados al celular como los airpods  y me señalaba que seguían ahí con última conexión (es decir, que abrieron el estuche)   hacía cinco minutos.

Insistí e insistí, y solo recibí respuestas como “no nos hacemos responsables”, “no tenemos nada”, y finalmente un “dela por perdida porque el avión debe abordar y despegar”. (Más adelante explico qué pasó con la geolocalización de mi airpod).

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Estoy de acuerdo en que los periodistas no debemos ser la nota, sino que nuestra misión es buscar notas en las historias ajenas, en los fenómenos que importan y revelar lo que nos quieren ocultar. Al vivir esto ubiqué que mi caso no es el único: en México los usuarios de aerolíneas viven en la indefensión permanente ante los gigantes aéreos que gozan de impunidad: pocas veces reponen vuelos con retraso, no atienden daños de equipaje documentado, registran sobreventa de vuelos –lo que impide a algunos embarcar– y  no entregan objetos perdidos (recibí muchos testimonios parecidos al mío).

Esto último es grave en cuanto a que revela dos cosas: una, la falta de interés de la aerolínea por cuidar a los pasajeros y sus pertenencias, y , dos, esta triste cultura de “lo que me encuentro es mío”, en lugar de buscar al dueño de ese objeto.

No sobra decir que en redes sociales se me tachó de irresponsable por haber dejado mi bolso en el asiento, pero me pregunto, si dejas un artículo perdido en un hotel y llega el personal de limpieza ¿no tiene la obligación de reportarlo para cuando lo busquen? Insisto, si fui la última en bajar, sólo el personal de sobrecargo o limpieza pudo tomar mi pertenencia.

Aparte de los testimonios que recibí tras publicar mi denuncia en Twitter este martes, pude hablar con varios empleados de estas empresas, que me corroboraron dos datos importantes: la limpieza de la aeronave entre dos vuelos es casi nula, y los trabajadores de la compañía o del aeropuerto encargados de dar el último vistazo al avión antes de que entren los nuevos pasajeros suelen no reportar lo que llegan a encontrar.

Esto es fácil de ver al corroborar que las aerolíneas que operan en México no cuentan si quiera con una base de datos pública de objetos perdidos en vuelo, como sí ocurre con las que trabajan en Europa o Asia, y el trato en automático, como en mi caso es: “delo por perdido y vaya a su casa”.

Hace unos meses, una colega periodista viajaba igual en Viva Aerobus, cuando durante el vuelo se levantó al baño y luego detectó que al volver su bolsa de mano no estaba. Reportó de inmediato a la tripulación y ésta se negó a dar un aviso a los pasajeros, hacer una inspección, llamar a un policía al aterrizar o algo parecido. Simplemente dejó el vuelo operando normal y le pidió dirigirse después a poner una reclamación, misma que, evidentemente, no rindió frutos.

Esta misma semana, el usuario de Twitter @hdz_jor denunció que en un vuelo de Volaris dejó su Ipad; no se lo entregaron alegando que no estaba, aun cuando reclamó casi de inmediato, como en mi caso, e igualmente el GPS del

dispositivo marcaba que permanecía en la aeronave. Horas después apareció en Lima, Perú, a donde fue el siguiente vuelo del avión.

En mi caso el avión con matrícula XAVBW despegó mas tarde a Laredo, pero no tuve la misma historia: los airpods estaban agonizando sin batería y no volvieron a aparecer en el localizador.

Estuve revisando los marcos legales a los que deben ajustarse las aerolíneas en México y la mayoría solo señalan compensaciones en caso de cancelación, retrasos o equipajes documentados perdidos.

La cultura de “si lo encontré es mío”, y de “no nos hacemos responsables”, desgraciadamente sigue fundida en nuestro sistema y aunque, ciertamente, hay otros temas más urgentes y dolorosos que atender en este país, es esta injusticia cotidiana la que merma también el ánimo social para que se genere una organización capas de producir verdaderos cambios y exigir  mejores condiciones de vida y mayor legalidad en todos los ámbitos. 

@Sandra_Romandia

@emeequis

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SOBRE EL AUTOR

Sandra Romandía



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