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El Gran Derby de Morena: caballada bronca en carrera mal organizada

Corren las apuestas: ¿Muñoz Ledo, Delgado, Yeidckol o Gibrán? Los contendientes por la Presidencia y Secretaría General de Morena se dan con todo. “Es el primer Gran Derby masivo y popular, una carrera con dos premios de lujo”. #Análisis de TÉMORIS GRECKO.

Por Emequis
9 / 24 / 20

EMEEQUIS.– La única característica en común que van a tener las personas que decidirán quiénes serán los dirigentes del partido político más importante de México, es ser ciudadanos mexicanos a quienes el azar colocó en la ruta de un encuestador. Pocos sabrán algo de la vida interna de MORENA. Pocos conocerán a los candidatos o cuáles son sus propuestas. Pocos tendrán algún interés directo en el resultado. Pocos serán afectados por él.

Y lo que es más importante: pocos de los que “voten” en las planillas saldrán a defender su elección, si es necesario. El rumbo del partido eje de la vida política mexicana será definido por quienes no harán nada más que marcar un par de casillas que no le importan.

Para los aspirantes, el problema no es sólo la imposibilidad de hacer una campaña con impacto en la generalidad de la población adulta del país, para poder así influir en la mínima muestra de entrevistados. Nadie tiene los millones de pesos necesarios para anunciarse masivamente en televisión, radio, prensa e internet. Si los tuviera, sería sospechoso.

GANADOR CHIQUITO

La otra dificultad es que su nombre destaque entre los de sus contrincantes. Se harán dos encuestas. En la primera, llamada “de reconocimiento”, los consultados se sorprenderán al ver que les piden elegir entre 47 candidatos a la Presidencia del partido y 53 a la Secretaría General. Es el primer Gran Derby masivo y popular, una carrera con dos premios de lujo a la que se inscribió el mamífero que quiso, literalmente. Entraron caballos árabes, percherones, ponies y pigmeos, burros, mulas y hasta cebras pintadas de negro. Si alguien tiene preferidos, tendrá que buscarlos detenidamente en las listas. Quizá se detendrá cuando encuentre el nombre del primero que le suene de algo, tal vez por alguna causa como la longitud de su trayectoria política o por ser un opinador frecuente en mesas televisivas. Acaso, si se aburre, recurrirá a la antigua técnica del tin marín de do pingüé.

Ese sondeo inicial depurará la bolsa de suspirantes y dejará sólo a seis, tres hombres y tres mujeres. Por las reglas de equidad de género, en el caso de la presidencia partidaria, ya sabemos quiénes son las tres que pasarán a la segunda ronda, porque no hubo otras que se apuntaran: Yeidckol Polevnsky, Hilda Mirna Díaz Caballero y Adriana Méndez Romero (para la Secretaría, hay 16 pretendientas).

Son cien candidatos y sólo dos van a ganar, en un esquema de competencia desigual y ajeno a todos, y los que lo hagan, tendrán porcentajes bajos, dada la distribución entre seis opciones por cada cargo. El nuevo presidente podría vencer con, por ejemplo, un 19.5% de las preferencias, perseguido nariz a nariz por rivales con 19, 18.5, 18, y el restante 25% dividido entre otros dos y los no sabe/no contesta.

Más todavía: hablamos de un 19% de gente que no tiene que ver con MORENA. 

Habrá dos ganadores que van a celebrar y 98 perdedores que no se van a sentir contentos… en un partido en el que el descontento viene enfermando al potro desde que su fundador lo dejó ir. 

SE VALE TODO

El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le ordenó al Instituto Nacional Electoral que resolviera, por este mecanismo, el entuerto de elegir dirigencia en MORENA. Un entuerto que, si no lo solucionan estas encuestas, llegará pronto a dos años.

López Obrador dejó la presidencia de su organización al tomar la de la República, el 1 de diciembre de 2018. Dijo que no repetiría el vicio priísta de que el titular del Ejecutivo sea también el jefe máximo del partido. Se bajó del potro y dijo “anda y ve”.

Pero al animal no le gusta que lo jineteen otros. O no sabe dejarse jinetear. O se le suben malos jinetes. Respondió encabritado al salto de la entonces secretaria general Yeidckol Polevnsky a la montura, el día 12 de ese mes. Logró deshacerse de ella el 27 de enero de 2020, después de trece meses de sacudirla hasta que la arrastró por el ruedo, colgada de las riendas. El diputado Alfonso Ramírez Cuéllar tomó el turno, de manera interina mientras se llevaba a cabo la fiesta brava de las impugnaciones: cada convocatoria al proceso interno de sucesión fue cuestionada ante el Tribunal y destrozada con las patas traseras. 

Después de dos décadas de esfuerzos por tomar la cabeza en alguna competencia, el senador suplente Alejandro Rojas Díaz Durán lo logró en la de presentar recursos legales contra su propio partido: va en primerísimo lugar. No tiene a nadie cerca pero sí una nube de competidores. Lo masivo es lo de hoy. Hasta el propio presidente interino Ramírez Cuéllar objetó los términos del proceso que organiza el INE porque no respetaban la paridad de género que exigen los estatutos de MORENA, y si no lo canceló, al menos lo retrasó unos días.

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En la contienda, se están dando con todo lo que encuentran. Los competidores se lanzan patadas, mordidas, escupitajos con moco y herraduras con clavo. El joven Gibrán acusa a sus rivales de traicionar al jefe AMLO. El veterano Muñoz Ledo adelanta que expulsará a miembros del gabinete presidencial y los invita a encabezar un partido de derecha. El intermedio Delgado describe a sus correligionarios como burócratas aburguesados. La caballería mínima trata de atravesárseles a los pura sangre para hacerlos caer.

EL DERBY INTERMINABLE

Aunque quienes elegirán a través de los sondeos estarán desconectados de MORENA y de sus trifulcas, debería importarles el peso de la decisión que no pidieron pero el Tribunal les impuso: ni siquiera el venenoso cóctel de pandemia con crisis económica ha rebajado el tirón electoral que AMLO le transfiere a MORENA y, salvo que nos caiga encima el meteorito de las películas, parece que seguirá siendo el eje de la política nacional por varios años aún.

Más allá de filias y fobias, México necesita estabilidad en el partido gobernante. Esto debería ser también preocupación de los magistrados del Tribunal. Dos de ellos, Janine Otálora y Reyes Rodríguez, sin embargo, no creen que éste sea el interés que motiva al presidente de su órgano colegiado, Felipe Fuentes Barrera. Lo acusaron públicamente de “abuso de atribuciones” y “uso no neutral” (o sea, de prevaricación) de las reglas al dirimir asuntos de MORENA. Para Muñoz Ledo, esto demuestra que el Tribunal interfiere dolosamente en la vida interna del partido a causa de “sobornos multimillonarios” ofrecidos por algunos de los contendientes. 

No han faltado quienes consideran esta acusación como un exceso del viejo lobo de la política, una jugarreta de campaña. Pero si el Tribunal tomó sus decisiones pensando en verdad en solucionar el pleito de MORENA, no es difícil prever escenarios en los que aparecerá como mal intencionado o por lo menos ingenuo.

Habrá más impugnaciones. Esperemos, de entrada, las de Rojas Díaz Durán. Esas vienen con garantía, ya las tiene listas. Pero entre los 98 perdedores, que corren sobre un suelo sumamente disparejo, en una competencia irreal, con reglas flojas y apuestas clandestinas, no serán pocos los que interpongan recursos ante un órgano judicial aficionado a aceptarlos y a resolver erráticamente. 

Supongamos que, dado que el INE habrá actuado siguiendo sus órdenes, el Tribunal decide no ponerse en ridículo y validar el proceso. Del que habrán emergido dos dirigentes no electos por la militancia del partido, sino por los votantes del azar. Que habrán ganado con porcentajes exiguos. Que no podrán llamar a quienes los eligieron para respaldar su gestión. Que tendrán que gobernar sobre una fauna descontenta. Que deberán cabalgar al potro indomable de la carrera organizada nada menos que por Lorenzo Córdova, el enemigo favorito del equino.

Buena suerte pero este Derby no se acaba.

@temoris

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