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La Academia Sueca nos da la oportunidad de descubrir en Louise Glück una voz maravillosa, potente y sutil. “Hace visible una obra por muchos ignorada, pero de gran calidad literaria”. BEATRIZ RIVAS escribe sobre la ganadora del Nobel de Literatura.
Por Beatriz Rivas
10 oct 2020
EMEEQUIS.– Adivinar quién se lleva el Nobel de Literatura se ha convertido en una actividad recreativa anual de editoriales, editores, escritores y periodistas culturales. Casi es ya un deporte y, a veces, hasta se cruzan apuestas. La elección de la Academia Sueca, de este año, fue una sorpresa para muchos de quienes se dedican a “hacer quinielas”. En los medios especializados y en los secretos de los pasillos, se hablaba de Maryse Condé (escritora guadalupeña), de Ngugi Wa Thiong´o (nacido en Kenia) y de la canadiense Margaret Atwood. De una lista de 187 nominados que, además, no se hace pública, jugar a las adivinanzas se antoja muy difícil.
Desde hace un tiempo tengo un grupo de Whats con varias amigas escritoras, todas mujeres, todas mexicanas. Somos 18 y evidentemente no podíamos ignorar este tema.
En nuestro chat se barajaron los nombres de Amin Maalouf (ya le toca algo bueno a Líbano, aseguraron, y además es un enorme escritor), Leonardo Padura, Anne Carson, Annie Ernaux y hasta Murakami. Alguna dijo que este año le tocaba ganar a un africano. Otra mencionó a Jamaica Kincaid. En lo que sí coincidimos, fue en nuestro deseo ferviente de que ganara una mujer. No podemos obviar que de 117 escritores que han merecido el Premio Nobel de Literatura desde hace 120 años, solo 16 han sido mujeres.
Finalmente la Academia sueca nos dio gusto y decidió apostar por una poeta nacida en Nueva York, en 1943, llamada Louise Glück. ¿Las razones? Por “su inconfundible voz poética que con austera belleza hace universal la existencia individual”. Desde que la polaca Wislawa Szymborska recibiera el Nobel en 1996, no se lo otorgaban a una mujer poeta.
He de confesar que varias integrantes del grupo no conocíamos, ni siquiera de nombre, a esta escritora de lengua inglesa. Kyra Galván sí la conocía y se alegró de que la premiada fuese una poeta. Myriam Moscona se encargó de darnos luz sobre su obra, después de afirmar, feliz: “¡No puedo creerlo! Es una poeta importante, voz poderosa, pero no me lo esperaba”. Julia Santibáñez, otra gran poeta, afirmó: ¡Qué maravilla que Glück ganó”.
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Sara Sefchovich, quien por cierto acaba de estrenar una novela que todos deberíamos leer en estos tiempos de divisiones (Demasiado odio, editorial Océano), nos dijo: “Estoy fascinada con la poeta Nobel, no soy lectora de poesía pues, como decía Lukács, me va más la masiva novela que la sutileza del poema, pero aun así descubrir a esta mujer ha sido maravilloso”.
En eso estuvimos de acuerdo todas: en la oportunidad que nos otorga la Academia Sueca de descubrir una voz maravillosa, potente y sutil. En la importancia de hacer visible una obra por muchos ignorada, pero de gran calidad literaria. De pronto, nuestro Whats se convirtió en un entusiasmado ir y venir de artículos sobre Glück, reproducciones o fotografías de algunos de sus poemas (uno titulado Canción de cuna, incluso, musicalizado) y en recomendaciones de la mejor traducción posible. Myriam Moscona nos compartió algunos de sus poemas traducidos por Ulalume, en un ejercicio que la propia Moscona considera “más musical, más apretado”.
Su primer libro de poemas (escribe poesía y algunos ensayos), titulado First born, fue publicado en 1968, así que Glück ya lleva una trayectoria de 52 años y una decena de títulos. Por lo mismo, me cuesta trabajo reconocer que yo jamás la había leído. A pesar de que una de las recomendaciones que doy en mis talleres de creación literaria es: “Lean poesía, mucha poesía. Acostúmbrense a su musicalidad, a sus ritmo…”, yo casi no leo poesía. No debería decirlo, pero es cierto. Sin embargo, me aguanto la vergüenza y comienzo a leer todo lo que puedo encontrar escrito por la nueva Premio Nobel y sobre ella.
Además del Nobel, ha recibido varios premios. Por ejemplo, el Pulitzer, en 1993, por su obra El iris salvaje. En algún lado dicen que “Se inspira en los mitos y motivos clásicos, presentes en la mayoría de sus libros.” En otro lugar afirman que su poesía es “post-confesional”. De su vida privada, no se sabe nada.. o casi nada. Que está casada desde 1977 y tiene un hijo. Aunque hay quienes aseguran que su poesía tiene mucho de autobiográfica (ella misma lo ha reconocido), así que basta con leerla para enterarnos de los temas que la han marcado, de aquello que la ha hecho ser quien es. De la relación con su madre. De su concepción sobre la muerte.
Dado mi profundo desconocimiento (aunque me atrevo a tocar este tema por mi entusiasmo, que deseo compartirles, al haber conocido la poesía de Glück), creo que la mejor manera de hablar de esta poeta es permitir que sea ella quien nos acaricie con sus letras. Aquí les dejo, pues, dos poemas para que conozcan el enorme poder de sus palabras al transmitir le esencia de la experiencia humana. La esencia de cosas que aparentemente son tan simples como la lluvia, la maternidad, un vestido o unas flores. Y todo, desde la “austera belleza” de sus palabras.
La mariposa
Mira, una mariposa
¿Pediste un deseo?
Uno no pide
deseos a las
mariposas
Tú hazlo
¿Pediste uno?
Sí.
Pues no cuenta
Primer recuerdo
Hace mucho me hirieron. Viví
para vengarme
de mi padre, no
por lo que fue
sino por lo que era yo:
desde el principio de los
tiempos,
en la infancia, pensé
que el dolor significaba
que no era amada.
Significaba que yo amaba.
@Brivaso
Beatriz Rivas
La autora es novelista. Ha publicado, entre otros libros, "La hora sin diosas", "Jamás, nadie", "Dios se fue de viaje" y "Fecha de caducidad", todos en Alfaguara. Tiene cuatro vicios: escribir, leer, viajar y tomar mucho whisky
Beatriz Rivas
La autora es novelista. Ha publicado, entre otros libros, "La hora sin diosas", "Jamás, nadie", "Dios se fue de viaje" y "Fecha de caducidad", todos en Alfaguara. Tiene cuatro vicios: escribir, leer, viajar y tomar mucho whisky
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