SOBRE EL AUTOR
EMEEQUIS.– “No he tenido opción”, expone la urbanista Laura Ballesteros. Ella, al igual que más de 50 mil personas de la capital, confió en las autoridades gubernamentales y tomó ivermectina como tratamiento para el Covid-19.
Tiempo después saldría a la luz que ese medicamento jamás estuvo avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que posiblemente algunos malestares físicos estuvieran relacionados con su uso.
Laura padeció la enfermedad tres veces y se le diagnosticó un “Covid largo”. Todo esto previo al comienzo de la campaña de vacunación en el país. Por ello, debió seguir las indicaciones médicas. Visitó dos doctores del sector público y uno del privado. Los tres le recetaron ivermectina, ya que era el medicamento avalado por el gobierno.
Todas las veces que lo tomó sintió reacciones similares, aunque ella, aún sin la información que se conoce ahora, las asociaba al coronavirus. “La reacción al medicamento fue la misma en todas las ocasiones, un fuerte dolor de estómago, náuseas y diarrea, seguido de gastritis y dolor abdominal en los días posteriores. Hoy sé que era reacción a la ivermectina”.
Un año después, con notable deterioro de salud en su cuerpo, médicos le han diagnosticado pericarditis crónica e inflamación crónica de duodeno. Síntomas relacionados a las reacciones que le provocaba el medicamento que tomaba para el virus.
Laura Ballesteros expone en Opinión 51 su sentir. Explica que en un primer momento no se sentía tan segura de tomar el medicamento, pero era necesario, ya que no había muchas opciones. “Claro que cuestionas, pero al final necesitas confiar en la ciencia y en los protocolos gubernamentales, estás en sus manos, no tienes muchas alternativas”.
Y es que, como ella dice, el papel gubernamental en esta situación era clave. Las muertes eran cada vez mayores y la crisis aumentaba día tras día. Era necesario que la sociedad confiara en las recomendaciones públicas ya que parecían las adecuadas. Debían ser la guía para la contención, pero no fue así. “Por eso lo acontecido con la administración de ivermectina y el aval a través de un estudio gubernamental es tan grave”, critica la política y activista mexicana.
El escepticismo que Laura sintió al momento de ser recetada no fue en vano. Confiesa que a pesar de haber sido advertida y criticada en redes sociales por decidir tomar el medicamento, de revisar la postura de la OMS al respecto y las malas reseñas en internet; y, al igual que su hermana, decidió confiar en el Gobierno de la Ciudad.
“Quisiera ser la única persona relatando esta historia, y me atrevo a hacerlo de forma pública porque precisamente no es una situación aislada”. Ballesteros dice que más de 50 mil capitalinos recibieron ivermectina en los kits que ofrecía el gobierno de la capital a los y las infectadas por Covid. Sin embargo, hay cifras que dicen que la CDMX entregó entre 80 mil y 223 mil tratamientos.
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Un asunto no menos grave es que, además de ser expuestos a un medicamento sin aval oficial, las personas fueron parte de un ensayo clínico sin dar su consentimiento. Y fue a raíz de dichos ensayos que el gobierno decidió que esta medicina sería, oficialmente, la que validaban para el tratamiento contra el virus. Por ello médicos del sector privado también procedieron a recetarla.
Laura exige que el Gobierno de la Ciudad de México dé la cara y responda a cuestionamientos que personas como ella tienen. ¿Cuántas personas exactamente fueron tratadas con ivermectina durante la pandemia? ¿Qué Centros de Salud la administraron? ¿Cuáles son los efectos adversos y secuelas tras su uso? Y una que todos nos hacemos. ¿Cuáles fueron los proveedores a los que el gobierno de la capital les compró 29 millones de pesos en ivermectina?
Y aunque el presidente insiste en defender la estrategia de salud que encabezó Hugo López-Gatell durante la pandemia, Laura lo tiene claro: “Lo sucedido representa no sólo el aparente capricho de unos, sino una clara falla sistémica en la estrategia de salud del gobierno ante la pandemia, y un interés por explicar en la compra gubernamental de este medicamento.”
Para ella es necesario que se atribuyan responsabilidades de estas decisiones, que se brinde la atención médica necesaria y que expertos independientes del gobierno orienten al respecto. Además, es necesario que los pacientes sean atendidos en materia legal y ética para saber cómo pueden proceder ante esto.
Pero, sobre todo, recordar que la pandemia aún no finaliza. Para Ballesteros es necesario que los enfermos vuelvan a confiar en sus autoridades. Aparte, la experta en Movilidad Urbana y Sustentabilidad manifiesta su opinión respecto a que los asuntos de salud pública sean ajenos a la polarización política del país. “Se necesita una respuesta responsable, preocupada, y contundente del Gobierno de la Ciudad. Eso quiero creer”, finaliza.
@emeequis
