SOBRE EL AUTOR
EMEEQUIS.– El reloj de Pablo Trejo Olguín estaba en cuenta regresiva. Faltaban cuatro días para que le realizaran un trasplante de riñón, pero el Covid-19 echó abajo su operación. Le llamaron del Hospital General de Pachuca para decirle que por la contingencia sanitaria se suspendía.
Lo que estaba a pasos de ser una realidad en segundos pasó a la incertidumbre. Por lo menos Pablo tiene la certeza de un donante, su hermana Elizabeth. Hay otros 17 mil pacientes en lista de espera por un riñón, según datos del Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra).
“Me internaban el 17 de marzo y me hablaron el 13 que se cancelaba, por lo de la pandemia ésta. Ya estaba emocionado ahorita estaría con mi operación y retomando mis actividades y pues no se pudo… faltaban cuatro días. La verdad, sí me puso triste”, cuenta a EMEEQUIS Pablo, de 30 años, oriundo de Polotitlán, una pequeña localidad en el Estado de México.
Sus riñones dejaron de funcionar, según lo que le entendió al doctor cuando le dio el diagnóstico es que se hicieron “chiquitos” (insuficiencia renal crónica), pero nunca supo bien la razón. Desde hace año y medio tiene que someterse diario a diálisis, algo que para estas fechas ya no tendría que estar haciendo. Aunque no duele, él quisiera ya no seguir conectándose a “la máquina” todas las noches.
Las operaciones que se tenían programadas para realizarse se quedaron en el aire. El Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra) recomendó detener por un tiempo todos los programas de donación y trasplante de órganos y tejidos a nivel nacional hasta nuevo aviso.
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“Lo anterior, considerando el riesgo-beneficio de someter a un paciente inmunosuprimido al riesgo de infección por SARSCoV-2 postrasplante y la potencial demanda de servicios hospitalarios para la atención de pacientes infectados por el mencionado coronavirus”, explica en un documento de recomendaciones que publicó en marzo pasado.
El año pasado, el Cenatra registró que en México se realizaron poco más 79 mil trasplantes. Los que más se realizaron fueron: el de córnea, con alrededor de 52% del total; en segundo lugar, riñón, con 45%; en tercero, de hígado, con 2%. El restante 1% se distribuye en corazón, válvulas, páncreas, pulmón y extremidades.
En el primer trimestre de este año se lograron concretar mil 487 trasplantes: 814 de córnea, 625 de riñón, 42 de hígado y seis de corazón.
Pablo con su hermana Elizabeth, quien le iba a donar un riñón. Foto: Especial.
TODO ESTABA LISTO
Pablo había encontrado a su donante, su hermana Elizabeth. En abril de 2019 inició su protocolo de evaluación para determinar si era candidato. La serie de estudios médicos concluyó exitosamente en enero de este año, por lo que se programó la cirugía en el Hospital General de Pachuca. “Íbamos una vez el mes para las consultas, porque nos teníamos que desplazar hasta allá”.
Cumplieron metas, pues su hermana tenía que bajar de peso para poder someterse a la operación y darle su riñón a Pablo. Ahora, ambos tienen que extremar cuidados para que, cuando se reactiven los programas de trasplante, puedan tener una nueva fecha pronto.
Para su falla renal, por lo pronto, sólo le queda tomarse sus medicamentos y continuar con las hemodiálisis cada noche. Son nueve horas las que tiene que estar conectado a la máquina que tiene en su domicilio, para eliminar las toxinas de su sangre, ya que sus riñones no cumplen con esa función. Sus consultas son telefónicas y cada mes un familiar tiene que ir por sus medicinas al Seguro Social.
Un poco entre risas platica que, cuando le dijo a su hermana que se había cancelado, le vio cara de alivio, “estaba muy nerviosa por la operación ya estaba próxima, creo que hasta emoción le dio”.
A él no tanto: conseguir un órgano sin entrar a lista de espera es muy difícil, por lo que un paciente puede quedarse años hasta que se encuentra a alguien compatible. De acuerdo con los propios datos del Cenatra, hay 23 mil 381 personas aguardando un trasplante, 75% por un riñón (17 mil 383).
“Ahorita de salud gracias a Dios estoy bien, estoy siguiendo mi tratamiento. Pero yo quiero regresar a ser productivo, no me gusta estar en mi casa sentado o durmiendo, ya me aburrí de estar aquí encerrado”, dice Pablo.
Extraña su trabajo, que hasta antes de la pandemia era ser “liniero”: construía líneas de alta tensión y levantaba torres eléctricas. Daba su servicio a empresas contratistas, entre ellas a la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Omar De Jesús Ruiz, responsable de asistencia social en la Asociación Ale, fundación que apoya con recursos materiales y humanos a personas que no cuentan con los medios para que puedan ser trasplantados, apunta que la suspensión de estos procedimientos sí ocasiona un impacto emocional en los pacientes que estaban a días de entrar a cirugía.
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Incluso los donantes pueden echarse para atrás. “Son muchas circunstancias, el donador puede llegar a decir: que ya no, por el encierro, estrés, no sabemos qué pueda pasar en su mente, de decir: mejor me quedo con mi riñón”.
DE ALTO RIESGO
Omar De Jesús señala que la semana pasada estuvo en una reunión con varios médicos trasplantólogos, en la cual se coincidió que el coronavirus vino a dar un golpe de timón.
“Uno de los sectores más vulnerables por el Covid es la enfermedad renal crónica, anda entre el 4° y 5° lugar, las consecuencias para estos pacientes son fatales, porque el virus está atacando los órganos principales. En la reunión se dijo que se le han hecho estudios a pacientes que no tienen insuficiencia renal y han visto que se ha alojado en los riñones, entonces, imaginemos en los que sí la tienen (insuficiencia)”.
Esto no solo vino a poner pausa a los trasplantes, en general aumentó el riesgo para todas las personas que lo necesitan y las que ya han sido trasplantadas.
En el último reporte semanal del Cenatra, indica que, al 8 de junio, hay 48 casos confirmados de Covid-19 en personas receptoras de trasplante y 12 han fallecido por el virus.
De los 48 positivos, 44 recibieron riñón, a dos se les trasplantó hígado y a otros dos corazón. De las 12 defunciones por coronavirus se han reportado todas con trasplante de riñón.
“Para el tiempo que llevamos sí es un número considerable de infectados, pero dejemos eso, la pregunta es: ¿cuántos de ellos van a sobrevivir? por su misma condición vulnerable”, resalta Omar.
Pablo y su hermana dicen que ahora tendrán que esperar a que pase la pandemia y cuidarse.
UN LARGO CAMINO
Con base en los reportes epidemiológicos que da la Secretaría de Salud cada día, se estima que los pacientes a los que se les suspendió su trasplante tendrán que esperar entre siete y ocho meses más, por lo que sería hasta principios del próximo año que los programas de trasplante vuelvan a abrir.
“Lamentablemente no es que se resuelva pronto, actualmente los hospitales, hablemos del sector salud público, que es donde acuden los pacientes de escasos recursos por un trasplante, están convertidos en hospitales Covid, ya no están haciendo cirugías…fue una recomendación del Cenatra a todas las unidades de trasplantes”, apunta De Jesús.
Si bien hay una suspensión temporal a nivel nacional, el Cenatra acota que sí se considerará la realización de trasplantes en casos de urgencia nacional (hígado y corazón) y asignación prioritaria de riñón y córnea.
“Los casos de urgencias de trasplante y asignaciones prioritarias deberán ser notificados al Registro Nacional de Trasplantes por la vía habitual para su activación y aviso inmediato a las Coordinaciones Hospitalarias de Donación, Centros y Consejos Estatales de Trasplantes y Coordinaciones Institucionales para atender el caso lo más pronto posible”, dice el Centro.
Mientras tanto, Pablo tendrá que aguardar, impaciente, a que le llamen para darle una nueva fecha para reiniciar su vida…
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